El GIGA Grupo de Investigaciones Geoambientales- CONICET, finalizó el desarrollo de las versiones web y DVD del Atlas de Sensibilidad de la Costa y el Mar Argentinos, proyecto dirigido por el Dr. Demetrio Boltovskoy, orientado a destacar los aspectos más relevantes de la biota de la costa y el mar Argentinos y los factores que la regulan poniendo este conocimiento al alcance del público general.
Este trabajo representa uno de los resultados del proyecto "Prevención de la Contaminación Costera y Gestión de la Diversidad Biológica Marina", cuyo objetivo es contribuir a la conservación de la diversidad biológica y a la prevención y mitigación de la contaminación costera.Este proyecto cuenta con varios componentes: Prevención de la Contaminación (Control de la Contaminación de Origen Marítimo, principalmente a cargo de la Prefectura Naval Argentina, y Reducción de los Riesgos de la Navegación, a cargo del Servicio de Hidrografía Naval), y Conservación de la Diversidad Biológica. Es, precisamente, en este último donde se enmarca la confección de este Atlas de Sensibilidad Ecológica, en concordancia con sus objetivos generales que incluyen la obtención de datos de la plataforma continental, contribuir a la conservación de la diversidad biológica marina en la Patagonia, promover la investigación aplicada y la innovación tecnológica para profundizar el conocimiento sobre la prevención de la contaminación, la gestión de la diversidad biológica marina y costera y el uso sustentable de los recursos marinos. La implementación de éste estuvo a cargo del Servicio de Hidrografía Naval (SHN).
El financiamiento para el proyecto provino del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), siendo los agentes de implementación el Banco Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Sin embargo, dado que los términos de referencia del proyecto restringían su espectro geográfico a las costas patagónicas (zona costera y la plataforma continental patagónica argentina, abarcando la costa y aguas jurisdiccionales de las provincias de Chubut, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y aguas bajo jurisdicción del Estado Argentino), se consideró oportuno aprovechar esta base para extender los alcances de la cobertura a la única provincia argentina con costa marítima que quedaba fuera del ámbito del proyecto: la Provincia de Buenos Aires. Con el fin complementar el estudio, la Fundación Vida Silvestre Argentina ofreció el apoyo económico necesario. El gerenciamiento del proyecto está a cargo de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, en el marco del Convenio de Diversidad Biológica ratificado por la Argentina el 22 de noviembre de 1994.
Con sus más de 2.8 millones de kilómetros cuadrados de superficie, y cerca de 5000 km de costa extendiéndose desde el estuario del Río de la Plata hasta el Canal Beagle, la Argentina está entre los 10 países más extensos del mundo, y los 25 con mayor longitud de línea de costa. De estos 5000 km, gran parte (3400 km) corresponden a la Patagonia. Es interesante destacar que la longitud de una costa es una medida fractal: cuanto más detalladamente se haga la estimación, más extensa resultará la costa. Dependiendo del grado de detalle con que se la mida, según algunos cálculos la costa patagónica tiene más de 150.000 km de extensión. Gracias a su situación remota, condiciones climáticas particulares y baja densidad de población, este sector es probablemente uno de los mejor conservados en el mundo. En efecto, con una media para la costa patagónica de alrededor de 1.9 habitantes por km2, la presión poblacional sobre los recursos y el hábitat es aún comparativamente baja. Sin embargo esta situación está cambiando. En las últimas décadas la zona ha estado sufriendo los efectos de un crecimiento demográfico e industrial cada vez más acelerado. Lamentablemente, este desarrollo generalmente no es ordenado y ocurre sin planificación ni análisis previos, casi invariablemente con una notoria falta de infraestructura y capacidad de manejo. Todo ello impacta en primer lugar sobre el ambiente ocupado y sobre la biodiversidad que éste alberga.
En este sentido son paradigmáticos los casos de Río Grande y Ushuaia, en Tierra del Fuego. La población de estas dos ciudades creció un 120% entre 1986 y 1997 (de 45.000 a 100.000 habitantes). Este crecimiento ocurrió de manera descontrolada, frecuentemente urbanizando áreas totalmente inadecuadas para este propósito, o áreas con un valor natural o ecológico incompatible con ese uso. Ambas ciudades no estaban preparadas para este crecimiento, de manera que gran parte de la urbanización ocurrió (y ocurre) en áreas sin servicios sanitarios básicos y las aguas servidas son evacuadas al mar sin tratamiento alguno.
En Ushuaia en particular, que ha crecido vigorosamente en parte gracias al turismo internacional, se observa una anarquía absoluta en las construcciones y en la ocupación del espacio, una ausencia de armonía arquitectónica y urbanística que contrasta fuertemente con la belleza de la naturaleza que la rodea.
Las costas argentinas constituyen importantes áreas de reproducción, alimentación y descanso de numerosas aves y mamíferos marinos, incluyendo especies sumamente carismáticas como los pinguinos, cormoranes, gaviotas y petreles, lobos y elefantes marinos, orcas, delfines y ballenas. Además de su valor intrínseco, estas poblaciones tienen un enorme valor económico, valor que generalmente es subestimado en las evaluaciones de costo-beneficio involucradas en los estudios de desarrollo urbanístico y de rentabilidad de los productos de la pesca. La presencia de estas especies tan emblemáticas, sin embargo, no es fortuita ni representa un fenómeno aislado de su entorno; obedece a la existencia de múltiples y complejas relaciones con el medio y, en particular, con un sinnúmero de otras especies que, sin ser tan visibles ni carismáticas como aquéllas, son condición ineludible para su existencia.
Obviamente, cuanto mejor se conozcan los elementos involucrados, más posibilidades tendrá el hombre de prevenir o revertir los efectos nocivos de las actividades que afectan los elementos sensibles de los sistemas afectados. Por otro lado, dados los intereses económicos en juego, cualquier medida conservacionista orientada a mantener el estado prístino de los ambientes costeros tendrá, invariablemente, detractores y oposición. En consecuencia, cuanto mejor informada y más educada esté la población con respecto a temas ecológicos, más fácil será la implementación de las medidas necesarias para evitar afectar el ambiente que se desea proteger.
Este Atlas de Sensibilidad Ambiental es, precisamente, un esfuerzo colectivo orientado a destacar los aspectos más salientes de la biota de las costas y el mar abierto y los factores que la regulan, y poner este conocimiento al alcance del público general.