Desde sus orígenes, la humanidad produjo basura. Con la industrialización y la sociedad de consumo, la cantidad de descartables creció de manera descontrolada dando origen a un problema que pone en riesgo la vida del planeta. ¿Adónde van a parar los celulares, computadoras, electrodomésticos, que envejecen rápidamente y se reemplazan por nuevos modelos?
El mar, visto a escala humana, se nos presenta inmenso e infinito parecería que nada lo daña o lo acaba. Sin embargo, puede agotarse. La Organización Naciones Unidas define como “basura marina” a cualquier sustancia, energía o material sólido, persistente, manufacturado o procesado que ya ha sido descartado, vertido o eliminado en el medio ambiente marino o costero. Si miramos hacia el mar, sólo veremos una ínfima parte de la basura que se mantiene en la columna de agua. Un 15 % permanece al alcance de nuestros ojos, mientras un 70% acaba en el fondo marino y otro 15% termina en las playas.
Estamos literalmente ahogando al mar. Las cantidades alarmantes de materia orgánica arrojada por actividades humanas le sacan su oxígeno, debido a que permiten la proliferación de microorganismos que lo consumen e impiden que otras especies dispongan de este elemento básico para continuar con vida. Pero la contaminación orgánica no es la más peligrosa. Si se redujeran sus volúmenes, los procesos naturales darían abasto a reciclarla. El problema es más complejo cuando se trata de basura inorgánica como es el caso de los metales pesados.
Derrame de Petroleo en Caleta Cordova - Chubut -Argentina
Las amenazas al medio ambiente marino no conocen fronteras en nuestro planeta de océanos. La pérdida de biodiversidad, la destrucción de hábitats, el desarrollo incontrolado de las zonas costeras y la contaminación terrestre relacionada, la contaminación marina, tal como los derrames de petróleo y los desechos marinos, la pesca excesiva y el excesivo uso de los recursos marinos, todos estos son fuerzas destructoras que asedian a las ciudades, las aldeas y las comunidades costeras del mundo.
Los efectos que ejercen sobre la vida y el sustento de los habitantes son directos y devastadores. Sus impactos más indirectos van mucho más allá de la costa, penetrando costa adentro para drenar las economías y las oportunidades de desarrollo de países, regiones y hasta continentes enteros. Asimismo el habitat marino-costero en su degradación pone en riesgo las especies vegetales y animales que viven en él.
Hacelo por él.......
Hacelo por ella.....
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